miércoles, 13 de septiembre de 2017

De elogios y cumplidos






La verdad es que han sido necesarios tan sólo 43 años, 4 de ellos residiendo en Suiza, para que haya ocurrido algo tan obvio y tan natural, que si no había sucedido antes supongo que se debe bien a que no he tenido los chacras correctamente alineados durante todo este tiempo, o bien a que el tóner con el que los he estado recargando últimamente es de mala calidad. Por desgracia, ésto último nunca lo llegaré a saber a ciencia cierta, pues la tienda donde me lo conseguían se vio envuelta en un escándalo de tráfico de almas a nivel interestelar. De verdad, muy mal rollo. Cosas del Karma.

Bueno, en realidad yo quería hablar de otra cosa, pero se me va el hilo. El tema es que, como decía al principio, ha pasado algo grande. Esta semana, por fin, después de tantos años, una persona, llamémosle Jean Luc Robespierre (es el primer nombre que se me viene a la mente) ha tenido la deferencia de elogiar mi buen uso y manejo del idioma. Pero no del alemán, como algún avezado lector pudiera estar sospechando. No, no. Ni del inglés, no, no. Tampoco del italiano, y obviamente menos todavía del francés. No. Esta semana me han felicitado por lo bien que hablo español. En efecto. Para cagarse.

La cosa fue más o menos como sigue: en mi puesto de trabajo he de desempeñar ocasionalmente ciertas funciones como comercial, sobre todo cuando se trata de acceder o asesorar a clientes hispanoparlantes. En este caso debía ponerme en contacto por teléfono con una empresa de la provincia de Alicante. Pues bien, llamo y me responde Jean Luc Robespierre, con un más que correcto español provisto de un notable y marcado acento francés. Tras una agradable y amena conversación, a modo de despedida, y en aras de forjar una posible futura relación comercial, se me ocurre que procede elogiar el buen uso del idioma español que hace mi interlocutor, a lo que éste, ya crecido y despojado del apocamiento inicial, me responde:

-Hombge, paga seg sinsego, me paguese que tú paga seg de la Suissa gegmánica cgeo que habla espagnol mucho bien mejog que yo, pogque no tiene asento gago.

Lo cierto es que da gusto sentirse valorado, incluso cuando se trata de un error.